En 2006 Harzer Schmalspurbahnen El rama de Selketal era extendido en Quedlinburg de Gernrode que daba el acceso al ferrocarril histórico de la galga del estrecho del vapor, al Alexisbad y a la alta meseta de Harz.
Fue una de las ciudades que más creció y prosperó durante la misma y al rico patrimonio arquitectónico que ya poseia, se le añadió un nuevo conjunto de edificaciones.
Todo en conjunto, su ciudad vieja, su iglesia colegiata y su castillo han conseguido ser declarados Patrimonio de la Humanidad en el 1994 por la UNESCO.
Una pequeña ciudad, de apenas 20.000 habitantes, situada a la orilla del rio Bode, en el estado de Sajonia-Anhalt, Quedlinburg es el principal conjunto de casas de vigas entramadas de Alemania. Una joya maravillosa, una colección de casitas de cuento a escala real. Pasear por sus calles empedradas, curvadas, sinuosas, paladeando el espectáculo visual que ofrecen unas casas del más puro estilo medieval sajón, que se fueron construyendo durante más de seis siglos hasta conformar un conjunto único de más de 1200 casas, hasta llegar a la plaza del mercado y quedar maravillados ante el magnífico edificio barroco que alberga su ayuntamiento, o contemplar, la preciosa iglesia diocesana de San Nicolás, en cuyo interior se conserva un magnífico tesoro catedralicio. Después, como no, hay que visitar, en lo alto de la colina, el conjunto que forman el imponente castillo y la iglesia de San Servasio con su colegiata, desde el cual se obtiene una impresionante vista del pueblo a sus pies.
Entre las preciosas casas de madera entramada, encontraremos la que se conoce con el nombre de “Ständerbau”, la más antigua de este tipo de construcción que se conserva en Alemania. Por si todo este conjunto no fuese suficiente, durante el siglo XIX, la ciudad se convirtió en el principal centro de cultivo de flores, repercutiendo en una nueva bonanza económica que se reflejaría en la construcción de hermosas villas al más puro estilo “Art Nouveu”.
Aunque la parte antigua, durante la permanencia de la ciudad y la región a la antigua Alemania del Este, estuvo a punto de desaparecer, afortunadamente, ante la falta de recursos económicos para llevarlos a cabo, los planes de reconversión no llegarían a cuajar y, desde la reunificación, se han invertido importantes cantidades en su restauración, lo que ha permitido que el visitante puede hoy deleitarse y disfrutar del atractivo paisaje medieval urbano que nos ofrece.
La naturaleza es generosa en la zona y ello se hace patente por la cantidad de bosque que envuelve la ciudad hasta, prácticamente, penetrar en su interior. Ello permite respirar un aire sano y saludable el cual, acompañado de la tranquilidad que se palpa en el ambiente, hace que sea uno de esos lugares en los que te gustaría quedarte a vivir.
La historia de la ciudad cuenta que la zona ha estado siempre habitada a partir del neolítico, aunque la primera mención oficial de la misma aparece cuando Enrique I la convierte, en el año 922, en su residencia y capital de la “Franconia Oriental”. Tras su muerte, su segunda esposa, Matilde de Ringelheim, Santa Matilde, funda en el año 936, junto al castillo existente entonces, un convento de monjas en memoria del emperador. El espectacular conjunto del castillo y la abadía, con sus iglesias.
El convento, que se convertiría en abadía, tuvo como primera abadesa a otra Matilde, en este caso, nieta de Santa Matilde e hija del emperador Oton I, el cual había hecho construir el palacio imperial que abarcaría el antiguo castillo, su patio de armas y la iglesia de San Wiperti, ocupando, en conjunto con la abadía, toda la colina.
En el año 994, Oton III, al norte del palacio, coloca la primera piedra para la construcción de una ciudad, a la que dotaría de mercado, permiso para la acuñación de moneda y aduana.
Aunque en un principio el objetivo de la ciudad era el de impulsar la economía de la abadía, el rápido crecimiento y progreso de aquella, se convertiría, en los próximos siglos, en una creciente rivalidad entre ambas.
En el año 1364 la ciudad pasó a formar parte de la “Liga de ciudades de la Baja Sajonia” y, en 1426, de la “Liga Hanseática”, lo que le proporcionaba aun mayor crecimiento y prosperidad.
Sería en el 1477 cuando la abadesa decide terminar con la rivalidad por la fuerza de las armas y la ciudad pierde todos sus derechos y se ve obligada a retirarse de las ligas a las que pertenecía. Como símbolo de independencia, la ciudad, mantenía una estatua de Roldán, la cual fue hecha derribar por la abadesa.
No sería hasta la “Guerra de los treinta años” (1618/1648), que la ciudad viviría una nueva época de esplendor y desarrollo, durante el cual fueron construidas la mayor parte de las bellas casas que, aun hoy, nos deleitan con su vista.
Una curiosidad es que, en 1936 Heinrich Himmler utilizó las iglesias de San Wipperti y San Servasio en la colina del castillo para la bendición de las banderas de las SS. El motivo era la conmemoración de los mil años de la muerte de Enrique I (936-1936), de quien Himmler se veía como su reencarnación.
En la iglesia colegiata descansan los restos de Enrique I, llamado “el pajarero” o “el cazador”, y de su esposa, Santa Matilde, además de las distintas abadesas de la familia imperial. Asimismo forma parte de las mayores construcciones religiosas románicas de Alemania.
Tren: Quedlinburg es conectado por el carril de 2 maneras. El funcionamiento regional de los trenes en normal-calibra pistas de Deutsche Bahn y la compañía privada Connex conecta Quedlinburg con Magdeburg, Thale, Halberstadt y el resto de Europa.
DE COMPRAS
En Quedlinburg viven y trabajan muchos artistas y artesanos – pintores, escultores, joyeros y creativos del cartón piedra – que han sido inspirados por la arquitectura, el ambiente cultural de la ciudad y la obra de Lyonel Feininger. Sus valiosos trabajos se encuentran en pequeñas, finas y exclusivas galerías y tiendas.
ANTIGÜEDADES – ARTESANÍA Y JUGUETES EN LA CALLE BLASIISTRAßE
Entre las tiendas de antigüedades, entre otras en la calle Blasiistraße, está la arraigada galería Breitschuh, la casa de subastas más grande del estado de Sajonia-Anhalt, donde se realizan subastas frecuentemente. Al costado se encuentra el Museo del Ferrocarril Central Alemán y de Juguetes con valiosas piezas para coleccionistas que están a la venta. Un alfarero ofrece sus propios productos.
ZONA PEATONAL COMERCIAL EN EL CENTRO
También sobre la zona peatonal comercial entre la Plaza del Mercado y el monte Schlossberg se encuentran galerías y estudios artísticos. En las faldas del Schlossberg una creativa del cartón piedra trabaja artísticamente el papel, diseñadoras de joyas y sopladores de vidrio tienen aquí sus talleres. Abrigo y arte de fieltro y lana se puede encontrar en una manufactura de fieltro así como gráficos en la galería Lyonel Feininger.
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Fue una de las ciudades que más creció y prosperó durante la misma y al rico patrimonio arquitectónico que ya poseia, se le añadió un nuevo conjunto de edificaciones.
Todo en conjunto, su ciudad vieja, su iglesia colegiata y su castillo han conseguido ser declarados Patrimonio de la Humanidad en el 1994 por la UNESCO.
Una pequeña ciudad, de apenas 20.000 habitantes, situada a la orilla del rio Bode, en el estado de Sajonia-Anhalt, Quedlinburg es el principal conjunto de casas de vigas entramadas de Alemania. Una joya maravillosa, una colección de casitas de cuento a escala real. Pasear por sus calles empedradas, curvadas, sinuosas, paladeando el espectáculo visual que ofrecen unas casas del más puro estilo medieval sajón, que se fueron construyendo durante más de seis siglos hasta conformar un conjunto único de más de 1200 casas, hasta llegar a la plaza del mercado y quedar maravillados ante el magnífico edificio barroco que alberga su ayuntamiento, o contemplar, la preciosa iglesia diocesana de San Nicolás, en cuyo interior se conserva un magnífico tesoro catedralicio. Después, como no, hay que visitar, en lo alto de la colina, el conjunto que forman el imponente castillo y la iglesia de San Servasio con su colegiata, desde el cual se obtiene una impresionante vista del pueblo a sus pies.
Entre las preciosas casas de madera entramada, encontraremos la que se conoce con el nombre de “Ständerbau”, la más antigua de este tipo de construcción que se conserva en Alemania. Por si todo este conjunto no fuese suficiente, durante el siglo XIX, la ciudad se convirtió en el principal centro de cultivo de flores, repercutiendo en una nueva bonanza económica que se reflejaría en la construcción de hermosas villas al más puro estilo “Art Nouveu”.
Las calles de Quedlinburg tienen ese no se que... |
La naturaleza es generosa en la zona y ello se hace patente por la cantidad de bosque que envuelve la ciudad hasta, prácticamente, penetrar en su interior. Ello permite respirar un aire sano y saludable el cual, acompañado de la tranquilidad que se palpa en el ambiente, hace que sea uno de esos lugares en los que te gustaría quedarte a vivir.
La historia de la ciudad cuenta que la zona ha estado siempre habitada a partir del neolítico, aunque la primera mención oficial de la misma aparece cuando Enrique I la convierte, en el año 922, en su residencia y capital de la “Franconia Oriental”. Tras su muerte, su segunda esposa, Matilde de Ringelheim, Santa Matilde, funda en el año 936, junto al castillo existente entonces, un convento de monjas en memoria del emperador. El espectacular conjunto del castillo y la abadía, con sus iglesias.
El convento, que se convertiría en abadía, tuvo como primera abadesa a otra Matilde, en este caso, nieta de Santa Matilde e hija del emperador Oton I, el cual había hecho construir el palacio imperial que abarcaría el antiguo castillo, su patio de armas y la iglesia de San Wiperti, ocupando, en conjunto con la abadía, toda la colina.
En el año 994, Oton III, al norte del palacio, coloca la primera piedra para la construcción de una ciudad, a la que dotaría de mercado, permiso para la acuñación de moneda y aduana.
Aunque en un principio el objetivo de la ciudad era el de impulsar la economía de la abadía, el rápido crecimiento y progreso de aquella, se convertiría, en los próximos siglos, en una creciente rivalidad entre ambas.
En el año 1364 la ciudad pasó a formar parte de la “Liga de ciudades de la Baja Sajonia” y, en 1426, de la “Liga Hanseática”, lo que le proporcionaba aun mayor crecimiento y prosperidad.
Sería en el 1477 cuando la abadesa decide terminar con la rivalidad por la fuerza de las armas y la ciudad pierde todos sus derechos y se ve obligada a retirarse de las ligas a las que pertenecía. Como símbolo de independencia, la ciudad, mantenía una estatua de Roldán, la cual fue hecha derribar por la abadesa.
No sería hasta la “Guerra de los treinta años” (1618/1648), que la ciudad viviría una nueva época de esplendor y desarrollo, durante el cual fueron construidas la mayor parte de las bellas casas que, aun hoy, nos deleitan con su vista.
Una curiosidad es que, en 1936 Heinrich Himmler utilizó las iglesias de San Wipperti y San Servasio en la colina del castillo para la bendición de las banderas de las SS. El motivo era la conmemoración de los mil años de la muerte de Enrique I (936-1936), de quien Himmler se veía como su reencarnación.
En la iglesia colegiata descansan los restos de Enrique I, llamado “el pajarero” o “el cazador”, y de su esposa, Santa Matilde, además de las distintas abadesas de la familia imperial. Asimismo forma parte de las mayores construcciones religiosas románicas de Alemania.
Tren: Quedlinburg es conectado por el carril de 2 maneras. El funcionamiento regional de los trenes en normal-calibra pistas de Deutsche Bahn y la compañía privada Connex conecta Quedlinburg con Magdeburg, Thale, Halberstadt y el resto de Europa.
DE COMPRAS
En Quedlinburg viven y trabajan muchos artistas y artesanos – pintores, escultores, joyeros y creativos del cartón piedra – que han sido inspirados por la arquitectura, el ambiente cultural de la ciudad y la obra de Lyonel Feininger. Sus valiosos trabajos se encuentran en pequeñas, finas y exclusivas galerías y tiendas.
ANTIGÜEDADES – ARTESANÍA Y JUGUETES EN LA CALLE BLASIISTRAßE
Entre las tiendas de antigüedades, entre otras en la calle Blasiistraße, está la arraigada galería Breitschuh, la casa de subastas más grande del estado de Sajonia-Anhalt, donde se realizan subastas frecuentemente. Al costado se encuentra el Museo del Ferrocarril Central Alemán y de Juguetes con valiosas piezas para coleccionistas que están a la venta. Un alfarero ofrece sus propios productos.
ZONA PEATONAL COMERCIAL EN EL CENTRO
También sobre la zona peatonal comercial entre la Plaza del Mercado y el monte Schlossberg se encuentran galerías y estudios artísticos. En las faldas del Schlossberg una creativa del cartón piedra trabaja artísticamente el papel, diseñadoras de joyas y sopladores de vidrio tienen aquí sus talleres. Abrigo y arte de fieltro y lana se puede encontrar en una manufactura de fieltro así como gráficos en la galería Lyonel Feininger.
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